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Un nuevo corazón en el Centro Histórico

Publicado en junio 6, 2013 por

Centro

Disfruta del corazón de la Ciudad de México con esta guía. Todo un nuevo recorrido te espera.

Como si hubiera sufrido un transplante de corazón, el Centro Histórico de la Ciudad de México ha adquirido una nueva vida; apostándole a una población mucho más joven y con alternativas trendy, se ha vuelto el nuevo sitio favorito de los jóvenes para vivir.

Irene tenía cinco años cuando sus padres decidieron mudarse del centro histórico de la ciudad de México hacia Toluca. La experiencia del sismo del 19 de septiembre de 1985, en el que perdieron a varios amigos los obligó a tomar esa decisión. Además, el edificio donde vivían (República de Uruguay, esquina con 5 de febrero) sufrió daños de consideración y la calle se abrió en pedazos.
“Mis papás ya no quisieron saber nada de vivir en el centro y pusieron distancia de por medio, no sólo porque perdieron amigos y vecinos sino porque el departamento donde vivíamos quedó dañado”, comenta.
Irene y su familia fueron parte de los 700 mil capitalinos que, según el Colegio de Ingenieros del Valle de México, se mudaron a varios municipios del Estado de México tras el sismo de 1985. De acuerdo con el INEGI, en ese año el Centro Histórico contaba con una población de 91 mil habitantes. En 2005, la cifra era de 31 mil.
Sin embargo, el despoblamiento del Centro Histórico no comenzó en el 85. Desde hacía varias décadas las familias pudientes que habitaban los palacios coloniales fueron mudándose paulatinamente hacia las nuevas colonias del sur de la ciudad. Al abandonarlas, los dueños habilitaron esas construcciones para rentarlas por cuartos o departamentos en forma de vecindades. La falta de inversión para mantener en buenas condiciones los inmuebles y las carencias económicas de sus nuevos moradores provocaron que poco a poco fueran perdiendo su antiguo esplendor.
Otra de las causas que contribuyeron al despoblamiento del Centro Histórico fue la inauguración de Ciudad Universitaria en 1954. Hasta entonces, la zona ubicada entre las calles de San Ildefonso y República de Guatemala era conocida como el Barrio Universitario porque ahí estaban muchas de las facultades de la UNAM que ocupaban los edificios coloniales. Cientos de estudiantes procedentes de todo el país rentaban cuartos en esa zona, conocida además por su ambiente bohemio. Con la inauguración de C.U., todas las escuelas fueron trasladadas al sur de la ciudad y el centro perdió así a su población joven.
Pero quizá el fenómeno que más contribuyó al deterioro de la imagen del centro fue el apoderamiento de los vendedores ambulantes de prácticamente todas sus calles. Desidia por parte de las autoridades para solucionar el problema y las cíclicas crisis económicas durante la era del PRI hicieron que miles de desempleados no encontraran mejor forma de ganarse la vida que poniendo un puesto de lo que fuera en el único hueco libre que encontraran en la calle.

“Ciudad suspendida en el tiempo”
Aunque desde 1980, tras los descubrimientos del Templo Mayor, se había publicado un decreto oficial que le daba un marco regulatorio al centro histórico que comprendía un área de 9.1 kilómetros cuadrados, no fue sino hasta 1987, con el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la Unesco, cuando se empezó a discutir públicamente la necesidad de recuperar el patrimonio del centro histórico. El ambulantaje, además, trajo consigo un incremento en los niveles de delincuencia y contaminación a causa de las toneladas de basura que generaban los puestos en la calle.
Por este motivo en 1990 se conforma el Fideicomiso Rescate del Centro Histórico, una entidad que funcionó de manera privada hasta 2002, cuando fue absorbida por el gobierno del D.F.; de la misma manera, se integró un Consejo Consultivo que reunió a 131 empresarios, académicos, arquitectos y representantes de todos los niveles de gobierno para desarrollar un proyecto común para la restauración del centro histórico más grande del continente americano. Carlos Slim Helú fue nombrado el presidente del Comité Ejecutivo y a través de la fundación Centro Histórico A.C. y de la Inmobiliaria del Centro, ambas desprendidas de la fundación que lleva su nombre, se dio a la tarea de adquirir decenas de edificios para su restauración y posterior aprovechamiento. Entre 2002 y 2006, Slim adquirió más de 60 inmuebles o terrenos abandonados. Entre ellos están el edificio Sears frente a Bellas Artes, la Casa de los Azulejos, el hotel Virreyes y el Museo del Estanquillo. Además, compró los terrenos abandonados frente a avenida Juárez donde se levantó el edificio Tlatelolco, sede actual de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Centro, 1

El problema del ambulantaje
El reto más importante era resolver el asunto de los vendedores ambulantes. ¿Qué hacer con más de 50 mil comerciantes colocados en las banquetas que escondían tras de sus carpas y mercancía paredes de tezontle, cantera y talavera del siglo XIX? Desde 1993 existía una ley que prohibía el comercio ambulante en las calles del primer cuadro de la ciudad. Sin embargo, las pocas veces que las autoridades habían intentado hacerla cumplir, empleando la fuerza policial, se habían topado con gremios organizados que defendían con palos y piedras su necesidad de trabajar en la vía pública.
Fue hasta 2007 cuando, tras la promesa de plazas comerciales estratégicas, negociaciones con 66 de las más de cien organizaciones que agrupan a los vendedores, el pago de mil 300 pesos a cada comerciante a modo de “incentivo” y, por si no funcionaba el diálogo por las buenas, la presencia de más de 1,200 policías auxiliares, se logró retirar del perímetro a más de 15 mil vendedores ambulantes, liberando 87 calles, 192 de las 668 manzanas que componen el centro histórico, para iniciar los trabajos de remodelación que debían estar listos a más tardar en 2010, para las fiestas del Bicentenario.
Los trabajos de remodelación incluyeron una serie de medidas para restaurar físicamente el patrimonio y una nueva legislación para regular prácticas y costumbres en las calles del primer cuadro. La restauración incluyó Rehabilitación de inmuebles que tenían uso de suelo habitacional, pero que eran empleados como bodegas de los comerciantes para comenzar a revertir el proceso de despoblamiento.

• Arreglo de fachadas tanto de edificios coloniales como de construcciones más recientes que incluyeron resaneamiento de paredes, pintura nueva, pulido de mármol y arreglo de gárgolas y adornos.
• Cambio de luminarias e instalación de lámparas públicas en todas las calles del perímetro A.
• Regulación de anuncios, toldos y enceres en la vía pública para no distorsionar la arquitectura original de los edificios.
• Equipamiento para nuevas formas de movilidad en el centro que incluyen el servicio de ecobicis.
• Ampliación de aceras y andadores peatonales para inhibir el uso de coches y que la población opte por caminar en lugar de usar vehículos que contaminen.
• Retiro total de ambulantes del perímetro A y su reubicación en plazas específicas en predios adquiridos o expropiados por el gobierno de la ciudad.
• Mantenimiento de monumentos históricos.
• Adoquinamiento de las calles.

El perfil que se buscó fue el de un ‘espacio con vida’. A diferencia de los centros históricos de otras ciudades, el de la Ciudad de México es un lugar con actividad las 24 horas del día.
“El modelo buscó entender al centro como un organismo vivo, como una ciudad viva, no como una ciudad museo, como un simple conjunto de edificios antiguos”, comenta Inti Muñoz, director del Fideicomiso Rescate del Centro Histórico desde 2006.
“Queremos que la ciudadanía lo vea con orgullo, como un espacio diverso, con muchas cosas que ofrecer, con muchas historias que contar, con cafés, mercados, cantinas, museos y galerías.”
Tras los trabajos de remodelación, al poco tiempo el centro volvió a ser el epicentro cultural, turístico, social y económico de la capital mexicana.

Centro, 2

Hasta finales del siglo XIX, el centro fue toda la Ciudad de México”, comenta Muñoz. Después de 10 años de trabajo, los resultados son que hoy el centro histórico se ha convertido en el principal espacio público de México. Se han recuperado las condiciones de seguridad, se han logrado acuerdos para que los edificios coloniales estén siendo reusados y una de las cosas más importantes: se ha vuelto a poblar.”
El repoblamiento del centro ha sido una de las tareas fundamentales para recuperar los niveles de seguridad en el área. Hasta 2005, el 80% del espacio físico del centro estaba desocupado. Había que restaurar los espacios de uso habitacional que permanecían abandonados o que eran usados como bodegas por los comerciantes. Era común que muchos de los edificios estuvieran ocupados por comercios en su planta baja, pero que los pisos superiores estuvieran en el olvido. De acuerdo con especialistas, una de las razones por las cuales se había incrementado la delincuencia en el centro era porque al haberse reducido la población, la zona se quedaba sola en las horas de la noche que los comercios cerraban sus puertas.
Pero la cifra se ha revertido. De acuerdo con datos del INEGI, entre 2005 y 2010 hubo un incremento de 3 mil nuevos habitantes en el perímetro A del centro. Esos 34 mil habitantes, sin embargo, están muy por debajo de los 91 mil que había en el 85 y de los 200 mil que llegaron a vivir a principios del siglo XX. Una de las estrategias que se implementaron fue otorgar incentivos fiscales para los propietarios de los espacios que pusieran a la renta o a la venta sus inmuebles. Con el retiro de los vendedores en la calle, la remodelación de palacios y espacios públicos y el retorno de la seguridad el centro se volvió un lugar naif con antros, cantinas, galerías de arte, cafés al aire libre y edificios de apartamentos habitados en su totalidad por estudiantes universitarios procedentes de varios países. Con ello, también, aumentó el costo de las rentas y de los servicios. Otro de los proyectos para promover lo que se hace en el centro es guiadelcentrohistorico.mx que ha publicado el fideicomiso, donde se ofrece un repertorio completo de museos, galerías, cantinas, cafés, restaurantes, salones de baile, centros comerciales, plazuelas, teatros, mercados, panaderías, librerías, hoteles y templos para visitar. “El portal es una nueva manera de entender al centro con mapas interactivos, imágenes, textos, videos, que por primera vez aglutinan en un solo espacio todo lo que es y se hace en el Centro Histórico”, dice Muñoz. “Queremos que se convierta en el principal banco de información cultural, arquitectónica, culinaria, hotelero del centro de la ciudad”. La guía ha sido diseñada por historiadores, antropólogos, cronistas, periodistas sociales, fotógrafos y videoartistas.

DE VUELTA al centro
Después de veinte años de vivir en Toluca con su familia, Irene tomó la decisión de regresar a vivir al Centro Histórico. Las visitas que había hecho la convencieron de que éste era el lugar en donde quería vivir, a pesar de los malos recuerdos del 85. “Todo ha cambiado”, dice. Y está tan convencida de ello que Irene vive y trabaja en el centro, de tal manera que cuando sale por las mañanas sólo tiene que caminar unas cuantas calles para llegar a su consultorio, en el piso 4 de un edificio de la calle Simón Bolivar. “Lo primero que hice fue empezar a buscar un departamento en renta”, comenta. Buscó ofertas en vivirenelcentro.com.mx, pero se topó con la sorpresa de que las rentas de los departamentos en buenas condiciones y en zonas remodeladas oscilaban entre los 10 mil y 15 mil pesos. Los departamentos baratos, cuyas rentas variaban entre los 3 mil y 5 mil pesos, estaban ubicados en la zona de Garibaldi o por el rumbo de la Merced, en edificios despintados, con interiores lúgubres y paredes cubiertas por cables que salen de todas las ventanas. “Calles donde todavía no ha llegado la restauración”, dice con sonrisa irónica. Lo mejor para alguien que quiere rentar en el centro es buscarse un roomie y eso fue lo que hizo Irene. Encontró un departamento en la calle de Regina, recién convertida en andador peatonal, en un edificio de los cincuenta estilo Art Déco habitado básicamente por parejas jóvenes sin hijos y por estudiantes del Claustro de Sor Juana. Aunque el departamento estaba en malas condiciones, Irene usó su talento como decoradora para sacarle ventaja a esa ambientación de mitad de siglo. Restaurada sólo está la fachada principal (recién pintada y resanada), han sido los propios inquilinos los que se han encargado de convertir la estancia y los recodos de las escaleras en una auténtica galería de arte en donde inauguran exposiciones de pintura. En el andador se han abierto bares, cafés al aire libre y restaurantes que le dan a esta zona de Regina un aire de juventud que se respira aún más las noches de los fines de semana. Irene, además, tiene el privilegio de tener justo frente a su ventana, en la barda del Claustro de Sor Juana, un hermoso jardín vertical con iluminación escénica.

Centro, 3

A la pregunta de si considera que vivir junto a un espacio público recuperado ha mejorado su calidad de vida y la relación entre vecinos, Irene responde al instante que sí. “No es lo mismo levantarse viendo basura amontonada en una esquina que una pared cubierta con flores junto a un monumento colonial”.

Por: Sergio Ramos (Revista Open)

Fotos: Víctor Ayala

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