De niño, mi padre y yo compartíamos el amor a los autos, y platicábamos por horas sobre autos en general y Ferraris en particular. Él había perdido una oportunidad de comprar uno no-tan-caro a principio de los 60’s, y eso era uno de sus pocos arrepentimientos de esa época – pero en ese tiempo era un jóven médico, y sus finanzas no se lo permitían. Los años pasaron, él siguió siendo un médico, y los Ferraris se volvieron un sueño de opio; mientras tanto, yo me fui al software.
Adelantémonos a principios del año 2000 – la burbuja del DotCom estaba todavía en su máximo esplendor, yo era director de ingeniería en E.piphany, una de las grandes IPOs de finales del 99. Mi padre cumplía 60 ese año, y era tradición familiar que nos juntáramos en ‘Mama’s Fish House’ en Maui. Estuve mencionando el hecho que en Maui había un negocio de renta de autos exóticos que tenía un 348 rojo, y que el clima era perfecto para un viaje en el targa. Así se plantó la semilla del engaño.
Cuando la cena terminó, le presente a mi padre tres cajas de regalos. La primera tenía una carta que hablaba sobre su cumpleaños 60, y como siempre había amado los Ferraris; dentro de la caja había una playera polo de Ferrari. La segunda caja tenía una carta que hablaba sobre el hecho de que Maui tenía un negocio de renta de Ferraris que contaba con un convertible, dentro de ella había una gorra de Ferrari.
La carta en la tercera caja decía: “Desafortunadamente, cuando contacté a Exotics of Maui, no tenían autos disponibles para el fin de semana de nuestra visita. Después llamé a Ferrari of New England (donde él vivía) para ver si ellos me podrían ayudar. Me dijeron que desafortunadamente acababan de vender su último convertible, un F355 Spider rojo 1997, a un chico en California que lo había comprado para su padre para su cumpleaños 60. Felices 60 papá – vale la pena esperar algunos sueños.” Dentro de la caja estaban los manuales y las llaves de su Ferrari. 13 años y 75,000 km después, ambos todavía disfrutan La Dolce Vita.
Por el resto de mi vida, ese será uno de los mejores días de mi vida. Y así, los Ferraris tienen un lugar especial en mi corazón.
Por: Ben Treynor, VP de Ingeniería en Google
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